El miedo es una emoción básica que permite al ser humano protegerse de estímulos amenazantes y adaptarse al entorno en el que vive. Cuando se trata de un miedo irracional que interfiere o paraliza la vida cotidiana de la persona se debe proceder al tratamiento psicológico.
La evitación del movimiento doloroso es una respuesta normal ante una lesión aguda, y eso evita el empeoramiento de la lesión y facilita su recuperación. Sin embargo, si esa actitud de evitación del movimiento se prolonga más de lo necesario puede afectar severamente a la recuperación funcional y perpetuar el dolor. Se asocia al catastrofismo, que es la creencia de que una lesión puede empeorar catastróficamente con un pequeño estímulo.

El dolor es una sensación subjetiva compleja en la que además de los estímulos físicos influyen la experiencia previa y los esquemas aprendidos de respuesta ante el dolor. El miedo al dolor incrementa la sensibilidad al mismo, y la kinesofobia incrementa la sensibilidad dolorosa de la zona que tememos mover.
La inmovilidad por evitación lleva a mantener posturas rígidas de forma mantenida que, además de favorecer bloqueos de movilidad y limitar la funcionalidad de una región o articulación, repercuten en otras regiones que se ven obligadas a forzar su movimiento para suplir a la región deficiente.
Hay numerosa evidencia científica de que el abordaje de la kinesiofobia -es decir, ayudar a vencer el miedo al movimiento- durante la recuperación/rehabilitación de los pacientes que la sufren, mejora su recuperación, disminuye la sensación de incapacidad, el dolor percibido y aumenta la calidad de vida en diversos tipos de patología.

La kinesiofobia puede detectarse con cuestionarios validados, como la Escala de Tampa o la Escala de Síntomas de Ansiedad por el Dolor; y su tratamiento posterior implicará, además de las habituales terapias de rehabilitación física, el abordaje de factores cognitivo-conductuales, es decir, estudiar y corregir las ideas y actitudes que nos limitan en la recuperación.
El abordaje cognitivo-conductual suele implicar la exposición progresiva a las situaciones y movimientos que nos atemorizan, así como cambiar los pensamientos negativos y catastrofistas.
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